Tenemos una clase política capaz de gastar grandes sumas de dinero en la publicidad y el autobombo, pero entre cuyas inquietudes no está la de ponerse en la piel de los demás. Hasta catorce horas de cola a la intemperie tuvieron que hacer muchos inmigrantes, en Valencia, para renovar sus tarjetas de residencia y poder viajar a sus países de origen. Era previsible que se presentara tanta gente a renovar su documentación y poco hubiera costado tomar las medidas necesarias para que la gente no tuviera que esperar tanto. Los inmigrantes no son ciudadanos de segunda, son personas y como tales deben ser tratados. Los políticos todo lo ven en clave electoral y aquello que no les va a proporcionar votos pierde todo interés para ellos. No es culpa de los inmigrantes que hayan tenido que dejar sus casas para salir a correr una azarosa aventura. Son los poderes mundiales los que no aciertan a poner orden en el concierto de la naciones y así proliferan sin remedio dictadores corruptos y filodictadores, que abusan de sus pueblos, y contra los que no se buscan remedios. No puede tildarse de remedio la invasión de Irak, que ha venido a empeorar las cosas en ese país.
La gente se ve obligada a emigrar de muchos sitios y en los lugares de acogida no debemos perder la faz humana. Si no podemos hacer más, no hagamos más, pero no dejemos de ser personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario