Según una noticia que publica el diario Las Provincias, una buena parte de los valencianos que compraron una vivienda entre los años 2000 y 2005 lo hicieron como inversión. Naturalmente que esto distorsiona el mercado, pero no se les puede reprochar nada. La Bolsa es coto para entendidos y creo que esta tendencia cada vez se acentúa más. Los inversiones a plazo fijo producen muy poco rendimiento, sobre todo si se tienen en cuenta las plusvalías que obtienen los grandes financieros. Los fondos de inversión tampoco han logrado captar todo ese dinero sobrante. Y esa es la cuestión, que había una gran cantidad de dinero en disposición de ser invertido. Las instituciones, públicas y privadas, deberían haberlo advertido, con el fin de diseñar algún producto que resultara convincente para los ahorradores y que sirviera para emplear mejor toda esa masa dineraria. Pero acaso no sea del todo cierto que no se hayan enterado. Si nos fijamos un poco, podemos ver que nuestra nunca suficientemente ponderada y alabada clase empresarial, motor del desarrollo y esperanza para el futuro, lo que ha venido a hacer es pasarse al ladrillo. Muchos empresarios, al lado de su actividad normal, han dado en construir. Y tampoco ha andado descuidada nuestra sufrida clase política, ésa que tantos sacrificios hace por nosotros a cambio de un exiguo sueldo; ésa que si hay que ir a Cancún en viaje oficial, hace de tripas corazón y va. Lo que han hecho los partidos políticos es procurar agenciarse todas las concejalías de urbanismo que han podido.
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