El entrevistado de hoy de Rafa Marí es Ramón Palomar. Lei las columnas de éste desde que comenzó a publicarlas y durante mucho tiempo. Leerle era como asomarse a la vida juvenil de entonces. Utilizaba un lenguaje de moda y además era y es culto. Pero dos de sus columnas me disgustaron bastante. En una de ellas se catalaba como plebeyo, pero lo que me molestó es que me pareció entender que se burlaba de alguien. Y en la otra daba pelos y señales de un viejecito que, al parecer, le reconoció por la calle y le hizo alguna confidencia que no le gustó. Imaginé que las señas que dio, apariencia física y ropa con la que iba vestido eran falsas, pero que en sí constituían la amenaza de en caso de repetirse el percance daría los datos ciertos. Soy de la opinión de que quien escribe para ser leído por desconocidos y firma con su nombre y pone su foto o correo electrónico establece un trato tácito con sus lectores. En la entrevista confiesa su egoísmo y luego dice que sabe mentir. También que le gusta mucho la lectura. Esto último es cierto, porque se le nota y quizá haya mentido al definirse como egoísta. A pesar del disgusto que me produjeron aquellos dos artículos, sigo viéndolo con simpatía, aunque ya no lo leo tanto. Tampoco dispongo del mismo tiempo que entonces. Pero lo que yo quería decir es que en el caso de que sí sea egoísta, ello constituye una prueba más de que la cultura por sí sola no basta para acabar con el egoísmo.
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