No descubro nada si afirmo lo bueno para la democracia, ese sistema político que debería imperar en todos los lugares de la tierra, es que los gobernantes fueran cambiando, para que prevalezcan las instituciones. Y no sólo es recomendable el relevo de los gobernantes sino también la alternancia entre los partidos. Cabe recordar, como ejemplo más conocido, que el presidente de Estados Unidos no puede ser reelegido más que una vez. La reelección de Chávez, todo lo legítima que se quiera, no puede tomarse, pues, como algo positivo, sino como una prueba más de que Venezuela no avanza como debiera. Por otra parte, este gobernante populista, que dice defender a los pobres, y que quiere exportar su revolución por todo el continente latinoamericano, debería saber que el mejor modo de lograrlo sería mediante el ejemplo. Practicar políticas que elevaran el nivel de renta del país y que al mismo tiempo disminuyeran de modo sustancial el número de pobres sería el camino indicado. Lejos de ello, se inmiscuye en las políticas de otros países, subvenciona a los candidatos que cree conveniente con el dinero del petróleo que, por supuesto, debería emplear en Venezuela. Un síntoma preocupante es que pretende perpetuarse en el poder. Se cree imprescindible y, por tanto, desconfía de quienes pueden sucederle, o tiene un apego patológico al poder.
La noticia para los españoles es que va a indemnizar a dos etarras, ojalá la justicia española recaude ese dinero para indemnizar a sus víctimas, y que se propone conceder la nacionalidad venezolana a otros cuatro etarras, para que no puedan ser extraditados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario