En la sección Cartas al director, del diario Las Provincias de hoy, viene la de un cura emérito que cuando tenía una parroquia a su cargo recibía todos los años la visita de una señora que le encargaba una misa para dos, para su marido y para quien le asesinó durante la guerra civil. Tal vez se puedan sacar enseñanzas de ello y aplicar la receta al que se ha dado en llamar por algunos sectores interesados "proceso de paz". Imaginemos que Consuelo Fenollar encargue, en una parroquia de San Sebastian, una misa en sufragio de su hijo, Gregorio Ordóñez, y en sufragio también del alma de su asesino. Mejor aún sería que se celebraran misas en todas las parroquias del País Vasco que fueran necesarias, en sufragio de las víctimas de ETA y de sus verdugos. Más de mil parroquias volteando las campanas, llamando a los fieles a rezar por la erradicación de la barbarie. Porque los sacerdotes podrían aprovechar la homilía para explicar la atrocidad que supone la existencia de una banda como ETA.
Naturalmente que todas estas misas cuestan dinero. Lo podría aportar el gobierno vasco, que tan compungido se muestra a veces a causa de la barbarie etarra. Pero si se niega, podría hacerse una colecta nacional. Es previsible que el primer día se recaudase suficiente.
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