Conviene decir, para empezar, que ningún partido debería lanzar las campanas al vuelo, puesto que la abstención ha sido muy alta. No han sido capaces de motivar al electorado. También salta a la vista que el enorme derroche de medios y dinero no ha servido para nada más que para dilapidar ambas cosas. En lo que respecta a las Comunidades Valenciana y Madrileña, los socialistas se empeñan en desoír a los votantes y no adecuan sus programas a lo que éstos desean, sino que tratan de imponer sus propios criterios y para acceder al gobierno simplemente esperan que los ciudadanos se cansen de sus rivales. Escaso talante democrático y escasa inteligencia demuestran. En ambos casos se ha empeñado Zapatero además en sacar conejos de la chistera. En Madrid, Miguel Sebastián demostró que pocos milagros puede hacer. En lo que a Valencia concierne creo yo que Carmen Alborch supo desde el principio que sus posibilidades eran nulas, pero no se atrevió a decir que no y en honor a la verdad hay que decir que lo intentó por todos los medios y puso a su servicio toda la imaginación que tiene, que no es poca. Pero si su partido vive despegado de los valencianos, es imposible lograr mejores resultados. En Cataluña, la cosa puede que sea peor para los socialistas. Allí, Maragall tiene mucho más cartel que el propio Zapatero. Éste cometió un error muy grande el día en que prometió a Maragall lo que luego no podría cumplir. Quizá pensó que su entonces amigo catalán tendría sentido común y no le pondría luego en tan grandes compromisos. En el País Vasco quienes viven del terror van ganando terreno y quienes valientemente denuncian la situación, jugándose el tipo en ello, van siendo arrinconados, desprestigiados, molestados. Se ha dicho, acaso en tono de mofa, que es bueno que Fernando Savater, Rosa Díez y demás, formen un nuevo partido, para ver cuántos votos logran. ¿Qué tiene que ver el tocino con la velocidad, el número de votos con la razón?
1 comentario:
Por favor deja de spammear que estoy harto ya!
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