En estos tiempos, que no sé si son atrevidos o alocados, conviven a veces, juntos y revueltos, la democracia y la ciencia. O, al menos, se intercambian sus papeles. Se somete a votación quien es el español más importante de la historia, cuando muchos de quienes podrían optar a ese título son desconocidos para gran parte de la población. La cuestión sería espinosa incluso para un grupo de expertos.
Por otro lado, se blande la opinión de la ciencia cuando procede tener en cuenta la de la mayoría, como ocurre en el caso de la lengua valenciana. La ciencia podrá averiguar el origen de la lengua, pero no tiene ninguna autoridad sobre el futuro. Por otro lado, y a la vista de la facilidad con que ciertos personajes abrazaron la causa catalanista, por aquello de vivir sin problemas, el común de la gente tampoco tiene motivos para fiarse mucho de la ciencia. Tampoco de la política. Algún político valenciano se ha presentado con la camisa blanca, queriendo señalar su pureza, mientras que los opuestos vienen con aires de regeneración. ¿Qué pureza ni qué regeneración? Unos y otros traicionaron al pueblo valenciano, le mintieron descaradamente. En unos, la traición ya venía de largo; en otros se venía gestando silenciosamente, pero se oficializó a petición de J.Pujol, otro “demócrata”, que gusta de imponer a los demás lo que no quieren, aunque sea con engaños. Quienes tanto alzan la voz en defensa de las esencias valencianas, Francisco Camps y Esteban González Pons, fueron los que, siguiendo órdenes de José María Aznar y Eduardo Zaplana, consumaron la traición. El Consejo Valenciano de Cultura y la Academia Valenciana de la Lengua, viven de los impuestos que pagamos los valencianos. El valenciano de a pie ha de tratar de Excelentísimo Señor a quien se burla de él tras embolsarse su dinero. Para demócrata, el Manifiesto Cívico por la Regeneración Democrática, propuesto por la plataforma ¡Basta Ya!, que invito a firmar. Pero a pesar de tanta exquisitez democrática, este grupo de personas admirables también ignora el idioma valenciano. ¿Desconocen acaso que las lenguas son de quienes las usan? En este caso, también se han dejado llevar por la ley del más fuerte.
Por otro lado, se blande la opinión de la ciencia cuando procede tener en cuenta la de la mayoría, como ocurre en el caso de la lengua valenciana. La ciencia podrá averiguar el origen de la lengua, pero no tiene ninguna autoridad sobre el futuro. Por otro lado, y a la vista de la facilidad con que ciertos personajes abrazaron la causa catalanista, por aquello de vivir sin problemas, el común de la gente tampoco tiene motivos para fiarse mucho de la ciencia. Tampoco de la política. Algún político valenciano se ha presentado con la camisa blanca, queriendo señalar su pureza, mientras que los opuestos vienen con aires de regeneración. ¿Qué pureza ni qué regeneración? Unos y otros traicionaron al pueblo valenciano, le mintieron descaradamente. En unos, la traición ya venía de largo; en otros se venía gestando silenciosamente, pero se oficializó a petición de J.Pujol, otro “demócrata”, que gusta de imponer a los demás lo que no quieren, aunque sea con engaños. Quienes tanto alzan la voz en defensa de las esencias valencianas, Francisco Camps y Esteban González Pons, fueron los que, siguiendo órdenes de José María Aznar y Eduardo Zaplana, consumaron la traición. El Consejo Valenciano de Cultura y la Academia Valenciana de la Lengua, viven de los impuestos que pagamos los valencianos. El valenciano de a pie ha de tratar de Excelentísimo Señor a quien se burla de él tras embolsarse su dinero. Para demócrata, el Manifiesto Cívico por la Regeneración Democrática, propuesto por la plataforma ¡Basta Ya!, que invito a firmar. Pero a pesar de tanta exquisitez democrática, este grupo de personas admirables también ignora el idioma valenciano. ¿Desconocen acaso que las lenguas son de quienes las usan? En este caso, también se han dejado llevar por la ley del más fuerte.
2 comentarios:
He leído tu comentario en El País y no me ha quedado claro si hablabas de Wayne, Bush, Aznar o Hitler. Anda, explícamelo, hombre
El escaparatista:
La ideología por sí sola no basta para calificar a una persona, siempre que esa ideología esté dentro del arco constitucional. En el caso concreto al que te refieres, John Wayne, algunos le critican por su ideología, cuando lo que interesa en este caso es su faceta artística.
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