Los constructores españoles piden calma a los compradores y les dicen que no tengan miedo. ¡No tengáis miedo!, decía Juan Pablo II, pero no parece que los constructores se sitúen en el mismo campo que el fallecido Papa. Lo que buscan ellos no es que la gente mire cara a cara a la vida, sino que compre pisos. Y si quien planea comprar un piso en nuestros días no tiene agobios financieros, probablemente hará un buen negocio si lleva a cabo su compra. Cosa diferente ocurre con quienes tengan que hacer un gran esfuerzo, puesto que si por algún motivo se ven obligados en los años posteriores a desprenderse del piso, pueden encontrarse con alguna coyuntural bajada de los precios, que suponga un gran quebranto para ellos. Esto no ocurría en años anteriores, en los que las viviendas se vendían con gran rapidez y cada día más caras. Entonces, si quien se había involucrado en una hipoteca se veía obligado a vender el piso, por cambio de residencia o por cualquier quebranto de tipo económico, podía estar seguro de que iba a poder pagar al banco y aún le sobraría dinero. Esa seguridad no se puede tener actualmente e incluso es posible que suceda al revés, sobre todo la urgencia se produce a corto plazo. A largo plazo, se podría asegurar que los pisos subirán. Vistas así las cosas, lo que pueden hacer los promotores para quitar el miedo a sus posibles clientes es asumir ellos el riesgo. Podrían establecer una cláusula en los contratos mediante la cuál si el comprador, por motivos justificados, debía desprenderse de la vivienda y no encontraba comprador por un precio igual o superior al que había pagado él, se la revendería al constructor por el mismo precio. Para los constructores no representaría ningún problema, puesto que suelen tener solvencia y todo consistiría en volver a poner esos pisos en el mercado. ¡No tengáis miedo!, se les puede decir a los constructores.
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