Lejanos quedan los tiempos en los que había presidentes nacionales que no buscaban salir en los medios si no era estrictamente necesario, que quizá iban al trabajo en bicicleta (no necesitaban guardaespaldas) y que podían vivir en una casa de alquiler, a la que volvían terminado su periplo presidencial. En los tiempos actuales se ha hecho necesaria una presencia constante en los medios, poniendo más atención en la imagen que en el mensaje. A los franceses les gusta ser los primeros en todo y en este aspecto Sarkozy es totalmente francés y a la vista de la debilidad de la primera figura mundial, que es Bush, trata de arrebatarle todo el protagonismo que pueda. Ahora ha abogado por la castración química de los pederastas, lo que, como probablemente pretendía, le ha llevado a acaparar los titulares de prensa del mundo entero. Algo bueno ha tenido, no obstante, la propuesta y es que ha propiciado el debate sobre la cuestión, lo que siempre resulta positivo. Lo que olvida el presidente de los franceses es que el simple deseo sexual no es delito. Sin el delito de por medio no se puede saber quien se siente atraído sexualmente por los niños. Una vez cometido el delito, ya es asunto judicial. Aquí convendría apuntar que sería bueno establecer la cadena perpetua en España para ciertos delitos, entre los que estarían la pederastia, el terrorismo y ciertos tipos de asesinato. Los posibles casos de indulto deberían estudiarse con mucho cuidado y uno a uno. Volviendo a la propuesta de Sarkozy, y en el caso de que alguna persona que se sienta sexualmente atraída por los niños, no desee sentir ese deseo y piense que medicándose puede mitigar o vencer sus instintos, debería recurrir a los médicos. Es decir, siempre se trataría de una opción individual y el tratamiento no debería ser irreversible.
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