Que se preparen, dijo Rafael Correa, refiriéndose a algunas empresas españolas. Es sabido que las empresas, las españolas y las de los demás sitios, por lo general, lo que buscan es ganar dinero y en cuanto las cosas se complican un poco, toman el montante y se van. Este estado de cosas se acabará cuando sólo haya un gobierno en el mundo. Mientras tanto, hay que atenerse a la realidad. Sin duda que Correa sabrá muy bien que las empresas que tengan planes para establecerse en Ecuador observarán atentamente lo que ocurra en este asunto. Ningún país, tampoco Ecuador, puede prescindir de la inversión y, por tanto, hasta que punto lo que dijo no es más que una bravata cargada de populismo barato. Porque es indigno que el máximo mandatario de un país se exprese de este modo. También podría ser, por otra parte, que estuviera planeando romper con las multinacionales empresariales para caer en una multinacional peor, la del aspirante a dictador Hugo Chávez, que no se conforma con subyugar a los venezolanos, sino que además gasta el dinero de éstos para mangonear en todos los países en los que puede. Puesto que Chávez es un esclavo del poder, no hay más que ver como trata de acrecentarlo más y más, no puede tener ningún respeto por los humildes. Ningún poderoso lo tiene. Los utiliza, los manipula y los explota. Este mismo camino sigue Rafael Correa, a quien no se le puede atribuir ningún amor por la justicia, puesto que mantiene encarcelada injustamente a Sandra Correa León. Ninguna huelga de hambre ni ningún llamamiento ha sido capaz de ablandar al presidente ecuatoriano, acaso porque piensa que eso sería una flaqueza y que no se puede permitir ninguna, si quiere llegar a alcanzar sus ambiciosos objetivos. Con la ayuda de Chávez, claro. María Teresa Fernández de la Vega le pide reglas de juego claras. Transparentes se las van a dar.
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