Carod pedía mano dura contra las eléctricas. Si hubiera triunfado la OPA de Gas Natural hubiera sido otra cosa. No hay nada como conocer el percal, para saber interpretar las cosas. Hay que cargarle todas las culpas a Madrid. Pero si todo el dinero y el empeño que pone la clase política catalana en convencernos a los valencianos de que formamos parte de los Países Catalanes y hablamos catalán lo dedicaran a resolver los asuntos catalanes, probablemente no se hubiera producido toda esa serie concatenada de desastres. No es que no habían hecho nada por evitar que ocurrieran, es que les ha pillado totalmente por sorpresa. Ahora quieren gestionar ellos esos asuntos y piensan que pidiéndolo salvan la cara. Para saber cómo son basta con fijarse en su actitud ante la figura de Xirinacs. Cualquiera de las víctimas del atentado de Hipercor merece mil veces más el homenaje que el que se declaró amigo de quienes pusieron la bomba y que es quien lo ha recibido. Xirinacs se declaró amigo de ETA y enemigo de España y eso es una confesión, por partida doble, de maldad. ¿Cómo se puede ser enemigo de un país, sea España, Tailandia o Estados Unidos? Hay que ser malvado para decir algo así. Y peor todavía es declararse amigo de una banda criminal. Presentarse a renglón seguido como pacifista constituye una descomunal tomadura de pelo. Pujol le definió como un “profeta bíblico”. A mí, Pujol siempre me ha parecido un botarate. Nadal le citó como “luchador antifranquista”. La clase política catalana se entretiene, y entretiene al personal, con mitos, quimeras y falsedades y es incapaz de reconocer su parte de culpa en las cosas que les suceden. Homenajean a un enemigo de España y amigo de ETA y de vez en cuando son aliados o forman parte del gobierno español. Esto también habla de gobernantes de España que se alían con ellos. El asunto del tres por ciento ha pasado a mejor vida. Ahora, la gota malaya va cayendo, una y otra vez, sobre otra cabeza.
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