Joan Ignasi Pla, el candidato socialista derrotado, que tan pronto pide camas individuales para los hospitales, como aplaude “la cremà” de les gaiates, aprovechó su primera rueda de prensa, tras las vacaciones estivales, para lanzarle un envenenado dardo a Rajoy, preguntándole por su postura sobre los trasvases. La cuestión radica en que el PP puede perder votos en aquellas Comunidades en las que no gustan los trasvases. Hay que recordar, sin embargo, que J. I. Pla apoyó la candidatura de Rosa Díez, frente a la de Zapatero. Si fuera Rosa Díez la presidenta del gobierno, no es probable que se hubiera generado ese odio entre Comunidades Autónomas que antes se llevaban muy bien a causa del agua. El socialismo es esencialmente un intento solidario y, sin embargo, en este Estado de las Autonomías que, con tan poca gracia dibujó Martín Villa para España, está dando pie a los más descarnados egoísmos. De este modo, Joan Ignasi Pla, al hacerle el juego al líder coyuntural de su partido, traiciona los intereses valencianos, que son los que debería defender. No se puede negar esta insolidaridad socialista puesto que el propio Zapatero se ha jactado en otras Comunidades Autónomas que el trasvase del Ebro hacia el sur ya no se podrá llevar a cabo jamás. Cabe añadir que sí se hacen trasvases hacia el norte, el último de ellos hacia Cantabria. Será muy difícil volver a plantear el citado trasvase, no porque no sea una solución correcta o porque las dificultades técnicas sean insalvables, sino porque son tan grandes las egoístas corrientes de opinión que se han formado en contra que quien lo plantee puede perder las elecciones generales. Joan Ignasi Pla puede reírse mucho y bien, pero haría mejor si dedicara ese tiempo de la risa a meditar sobre los motivos por los que viene perdiendo estrepitosamente todas las elecciones a las que se presenta. Quizá sea porque los ciudadanos perciben que se preocupa poco por ellos.
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