No cabe negarle el mérito a quien, tras consultar probablemente una gran cantidad de documentos, ha logrado averiguar cuál fue el primer nombre conocido de la hermosa ciudad alicantina. Ahora bien, de ahí a que el nombre tenga que ser perenne media un abismo. De hecho, en estos últimos tiempos muchas poblaciones han cambiado su nombre, y aunque ha sido con la intención de recobrar sus antiguos topónimos creo que en algunos casos se ha optado por un nombre inédito.
Es sintomático que en estos tiempos en los que Cáritas no da abasto para atender tantas peticiones, se inste a las autoridades nacionales a que gasten el dinero en cambiar las señales de tráfico en las que pone Calpe/Calp por otras en las que sólo ponga Calp. El propio alcalde de Calp, Josep Joaquim Tur i Císcar, atribuye sentido común a quienes concuerdan con él y desvergüenza a los contrarios.
Han sido los vecinos de Calp quienes pusieron a la venta sus terrenos y el ayuntamiento de dicha ciudad el que dio los necesarios permisos para construir, y probablemente dio más de la cuenta, pero no es esta la cuestión que se discute ahora. Quienes compraron las viviendas también contrajeron la obligación de pagar impuestos. Quien compra una vivienda en Calp, como en cualquier otro lugar, y paga los impuestos, tendrá algunos derechos. Pues no, quieren que sólo los calpins y las calpines tengan derecho a opinar. No consta por ninguna parte que vayan a perdonar impuestos a quienes ellos no consideren calpins y calpines y, por tanto, les quitan la voz.
Quedan dos cosas por añadir para dar idea de la situación: a) A quienes no estén exactamente de acuerdo con ellos se les llama fascistas y partidarios de la censura; b) pugnan por los Países Catalanes.
Es sintomático que en estos tiempos en los que Cáritas no da abasto para atender tantas peticiones, se inste a las autoridades nacionales a que gasten el dinero en cambiar las señales de tráfico en las que pone Calpe/Calp por otras en las que sólo ponga Calp. El propio alcalde de Calp, Josep Joaquim Tur i Císcar, atribuye sentido común a quienes concuerdan con él y desvergüenza a los contrarios.
Han sido los vecinos de Calp quienes pusieron a la venta sus terrenos y el ayuntamiento de dicha ciudad el que dio los necesarios permisos para construir, y probablemente dio más de la cuenta, pero no es esta la cuestión que se discute ahora. Quienes compraron las viviendas también contrajeron la obligación de pagar impuestos. Quien compra una vivienda en Calp, como en cualquier otro lugar, y paga los impuestos, tendrá algunos derechos. Pues no, quieren que sólo los calpins y las calpines tengan derecho a opinar. No consta por ninguna parte que vayan a perdonar impuestos a quienes ellos no consideren calpins y calpines y, por tanto, les quitan la voz.
Quedan dos cosas por añadir para dar idea de la situación: a) A quienes no estén exactamente de acuerdo con ellos se les llama fascistas y partidarios de la censura; b) pugnan por los Países Catalanes.
1 comentario:
Los "Països Catalans" será un realidad tarde o temprano, mal le pese al autor de este blog
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