miércoles, 11 de noviembre de 2009

Sobre Anna Hernández y Felip Puig

El presidente de Cataluña, José Montilla, había ordenado ser implacable con la corrupción, y de pronto nos enteramos del afán coleccionista de su esposa, Anna Hernández; la cosa no tendría mayor importancia si no fuera porque lo que colecciona son cargos. ¿Qué entiende Montilla por corrupción? Si se compara el esfuerzo que hace esta dama para ganar uno cualquiera de sueldos con el que hace un trabajador medio, se ve claramente la inmoralidad, aunque el hecho de decirlo se interprete como un ataque a Cataluña. Lo peor de todo es que probablemente es legal que tenga tantos cargos.
Felip Puig le había reprochado a Anna Hernández su codicia con los cargos y Josep Antoni Duran le replicó que una empresa suya había cobrado una importante cantidad por asesoramiento urbanístico. Montilla había dicho antes que “no todos los políticos son iguales”. Un consejero valenciano también fue acusado hace unos meses de actuar de forma legal pero ilegítima. “Si no está conforme, acuda a los tribunales”, respondió a su oponentes. No todos los políticos serán iguales, pero hay una tendencia generalizada a confundir lo legal con lo legítimo. Similar a esto fue la
respuesta de Felip Puig: “otros diputados de todas las formaciones políticas también lo hacen”.
Artur Mas y Jordi Pujol
dijeron en Madrid que Cataluña no es una ciénaga. Creo que aciertan en parte, Cataluña no es una ciénaga sino una parte del mar de corrupción que es España. Lo que resulta difícil de entender es que los políticos honrados, que buscan el bien de los ciudadanos y que saben que cualquier euro que consiga ahorrar el Estado es de vital importancia para los ciudadanos angustiados, no dimitan en tromba para que no se les confunda con los vivos que tratan de sacar provecho de todo.

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