En su artículo de hoy, titulado “Canario”, en El País, Enric González anuncia su marcha a Jerusalén como corresponsal. Esta noticia en principio es decepcionante, porque lo que los amantes de la libertad en general y de la libertad de prensa en concreto podrían desear es que Enric fuera nombrado director de El País, cosa que si sucediera vendría a indicar que la situación en que se encuentra sumida España podría enderezarse.
Todo empezó cuando aquéllos que se presentaron como demócratas de tal fuste que parecía que la democracia la habían inventado ellos trazaron los planos de la España post franquista. Reservaron todo el poder para los partidos, luego dijeron que “el que se mueva no sale en la foto” y a continuación enterraron a Montesquieu. Tenían el espíritu dictatorial metido en el cuerpo. Y aún se permitieron el lujo de dudar del espíritu democrático de Adolfo Suárez que arriesgó su vida para que ellos tuvieran voz y voto. A Adolfo Suárez le traicionaron todos (y, aunque se arrepientan, no sirve de nada porque él no se entera).
Los partidos han ido perfeccionando sin prisa pero sin pausa los métodos de control sobre sus militantes, hasta convertirse en perfectas oligarquías. Luego han tratado de extender ese control hasta conseguir que los tres poderes, que debían ser independientes, para que se controlaran unos a otros, se resuman en uno. Los políticos han extendido su poder aún más allá y también controlan las cajas, cosa que resulta muy onerosa para los ciudadanos. Y finalmente han logrado también controlar la prensa, de modo que quienes no escriben al dictado pueden pasarlo mal.
Supongo que Enric González no acierta siempre, porque eso es imposible, pero su columna es un soplo de aire fresco, una luz que brilla a lo lejos cuando reina la oscuridad. Si finalmente se va, en lugar de los artículos de opinión de El País, habrá que leer las noticias de Jerusalén.
Todo empezó cuando aquéllos que se presentaron como demócratas de tal fuste que parecía que la democracia la habían inventado ellos trazaron los planos de la España post franquista. Reservaron todo el poder para los partidos, luego dijeron que “el que se mueva no sale en la foto” y a continuación enterraron a Montesquieu. Tenían el espíritu dictatorial metido en el cuerpo. Y aún se permitieron el lujo de dudar del espíritu democrático de Adolfo Suárez que arriesgó su vida para que ellos tuvieran voz y voto. A Adolfo Suárez le traicionaron todos (y, aunque se arrepientan, no sirve de nada porque él no se entera).
Los partidos han ido perfeccionando sin prisa pero sin pausa los métodos de control sobre sus militantes, hasta convertirse en perfectas oligarquías. Luego han tratado de extender ese control hasta conseguir que los tres poderes, que debían ser independientes, para que se controlaran unos a otros, se resuman en uno. Los políticos han extendido su poder aún más allá y también controlan las cajas, cosa que resulta muy onerosa para los ciudadanos. Y finalmente han logrado también controlar la prensa, de modo que quienes no escriben al dictado pueden pasarlo mal.
Supongo que Enric González no acierta siempre, porque eso es imposible, pero su columna es un soplo de aire fresco, una luz que brilla a lo lejos cuando reina la oscuridad. Si finalmente se va, en lugar de los artículos de opinión de El País, habrá que leer las noticias de Jerusalén.
4 comentarios:
Buenos dias Vicente
Hoy estoy exultante (no insultante, como otra)
Ayer gané más de 5,000€ en bolsa
Me voy a comprar un portátil de la
mejor generación Sony (un Vaio) que
es inmejorable.
Ya le contaré
Curaçao, esa otra a la que se refiere usted tildándola de insultante debe de ser usted misma bajo alguna de sus numerosos disfraces.
Ojalá el beneficio que ha obtenido en la bolsa le proporcione algo de calma, al permitirle otros de disfrutar menos dañinos para el prójimo.
Pero qué ingenuo es Torres.
Sus razonamientos son pueriles
Sus comentarios, desabridos.
Le aconsejo visite mi blog, y lo lea con atención. Necesitará algún tiempo.
Quizás entonces descubra quién es y quién ha sido Leona Catalana
Pero no lo hará, es usted cobarde
Señorita Blancanieves, que con ese nombre se presenta esta vez:
Está visto que usted no entenderá nunca que yo tengo mis propias ocupaciones y que me importa un bledo la idea que tiene usted de Leona Catalana.
No tengo, tampoco, necesidad ni obligación de visitar su blog, hable de lo que hable.
Su insistencia pone de manifiesto cuál es su nivel, el de usted.
Yo no la conozco de nada, por tanto resulta difícil de entender a título de qué trata de dirigirme hacia donde a usted le conviene o interesa.
Por otro lado, y a pesar de tanta insistencia, no se identifica usted. ¿Cómo puede, sirviéndose del anonimato, pedirme cualquier cosa?
Son los anónimos los cobardes, los que no merecen ningún crédito. No puedo hacer nada por usted señorita. Si le digo que debe ir a un colegio no me va a hacer caso.
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