El hecho de que pese a que han bajado mucho los precios, la banca no consigue reducir el número de pisos que tiene en propiedad, procedente de los embargos ha sido considerado por algunos como la prueba de que el precio de los pisos no es la causa de que no se vendan, que sería según ellos el pesimismo que impera en la actualidad.
Sin embargo, lo que ocurre es que el precio, con ser muy importante, no es el único factor que hay que tener en cuenta. Hasta hace unos cuantos años comprar un piso era una opción prudente para quien sus ingresos le permitiesen hacerlo: en el caso de que surgiera un imprevisto, se podía poner a la venta, con la seguridad de que en un corto plazo se obtendría por él una cantidad mayor que lo que había costado en un principio. Llegó un momento en que los pisos se vendían a unos precios tan elevados que comprarlos equivalía a un suicidio económico. No obstante, se incitaba a la compra, no hay más que repasar los periódicos de esa época para comprobarlo. Quienes incitaban a la compra ahora ni se acuerdan, ni se consideran culpables de nada. La cuestión es que los bancos y las cajas (que están en manos de los políticos) tienen muchas viviendas en su poder y necesitan venderlas.
Aunque las bajen de precio, la gente no se atreve a comprarlas, porque ya saben lo que ocurre si se tuerce algo. Además, muchos de los que necesitan una vivienda y la podrían pagar temen perder su trabajo y que los precios de los pisos aún bajen más, con lo que la compra del piso se convierte en un salto al vacío sin red. Quizá, si los bancos vendedores se comprometieran a recomprar el piso al mismo precio, si se dieran ciertas circunstancias, los compradores podrían atreverse a dar el paso.
Sin embargo, lo que ocurre es que el precio, con ser muy importante, no es el único factor que hay que tener en cuenta. Hasta hace unos cuantos años comprar un piso era una opción prudente para quien sus ingresos le permitiesen hacerlo: en el caso de que surgiera un imprevisto, se podía poner a la venta, con la seguridad de que en un corto plazo se obtendría por él una cantidad mayor que lo que había costado en un principio. Llegó un momento en que los pisos se vendían a unos precios tan elevados que comprarlos equivalía a un suicidio económico. No obstante, se incitaba a la compra, no hay más que repasar los periódicos de esa época para comprobarlo. Quienes incitaban a la compra ahora ni se acuerdan, ni se consideran culpables de nada. La cuestión es que los bancos y las cajas (que están en manos de los políticos) tienen muchas viviendas en su poder y necesitan venderlas.
Aunque las bajen de precio, la gente no se atreve a comprarlas, porque ya saben lo que ocurre si se tuerce algo. Además, muchos de los que necesitan una vivienda y la podrían pagar temen perder su trabajo y que los precios de los pisos aún bajen más, con lo que la compra del piso se convierte en un salto al vacío sin red. Quizá, si los bancos vendedores se comprometieran a recomprar el piso al mismo precio, si se dieran ciertas circunstancias, los compradores podrían atreverse a dar el paso.
2 comentarios:
Iba a comentar, pero no me gusta que me "moderen"
Bye bye
Señora Kechari (ya veo que el número de sus identidades tiende al infinito; he pulsado en el enlace para asegurarme de que es usted): Si no hubiera mala gente rondando, no sería necesaria la moderación.
Por cierto, ¿se ha hecho usted el test de Robert Hare?
Publicar un comentario