Es decir, no le gusta que se critique a “quienes con gran esfuerzo y sacrificio hicimos la Transición y la Constitución.” Así lo ha dicho en un artículo titulado La razón en la política, publicado hoy en El País. Pero le guste o no le guste y a la vista de los resultados que ha propiciado la Transición, no hay más remedio que criticarla.
Conviene considerar una de sus afirmaciones; en concreto, la que dice que les faltó por hacer fue el reconocimiento a los republicanos que murieron, sufrieron penas de cárcel o tuvieron que exiliarse simplemente por sus ideas, y que no se hizo en 1982, tras la gran victoria socialista, por prudencia. Pero la expropiación de Rumasa, con nocturnidad y alevosía, demuestra que la prudencia no la necesitaban y la justicia no era de su interés. Si lo hubiera sido, poco les hubiera costado llevar a cabo esa reparación, que el gobierno actual sí que ha acometido, pero de forma sectaria. Más que justicia, busca publicidad o venganza.
Lo que pretendían aquellos socialistas era dejar España de modo que no la conociera ni la madre que la parió, o sea que su intención era la de mangonearlo todo, como así hicieron. Se sabe cómo empiezan las cosas, pero no cómo acaban, aunque ya se puede decir que vamos de mal en peor. Antes de que ganaran las elecciones, habían maltratado a Adolfo Suárez, el auténtico artífice de la Transición, el arriesgó todo, día a día, para hacerla posible, y que luego se tuvo que jugar la vida para salvarla, porque algunos irresponsables, entre los que había socialistas, entraron en el juego de las conspiraciones.
Entre los que elaboraron la Constitución hubo uno que cobraba por ello; se vetó, por parte de los socialistas, la participación de Tierno Galván. El propio Peces-Barba propuso que el presidente de la Comisión Constitucional quedase al margen. Es decir, el sectarismo y la prepotencia eran palpables. De aquellos polvos vienen estos lodos.
Conviene considerar una de sus afirmaciones; en concreto, la que dice que les faltó por hacer fue el reconocimiento a los republicanos que murieron, sufrieron penas de cárcel o tuvieron que exiliarse simplemente por sus ideas, y que no se hizo en 1982, tras la gran victoria socialista, por prudencia. Pero la expropiación de Rumasa, con nocturnidad y alevosía, demuestra que la prudencia no la necesitaban y la justicia no era de su interés. Si lo hubiera sido, poco les hubiera costado llevar a cabo esa reparación, que el gobierno actual sí que ha acometido, pero de forma sectaria. Más que justicia, busca publicidad o venganza.
Lo que pretendían aquellos socialistas era dejar España de modo que no la conociera ni la madre que la parió, o sea que su intención era la de mangonearlo todo, como así hicieron. Se sabe cómo empiezan las cosas, pero no cómo acaban, aunque ya se puede decir que vamos de mal en peor. Antes de que ganaran las elecciones, habían maltratado a Adolfo Suárez, el auténtico artífice de la Transición, el arriesgó todo, día a día, para hacerla posible, y que luego se tuvo que jugar la vida para salvarla, porque algunos irresponsables, entre los que había socialistas, entraron en el juego de las conspiraciones.
Entre los que elaboraron la Constitución hubo uno que cobraba por ello; se vetó, por parte de los socialistas, la participación de Tierno Galván. El propio Peces-Barba propuso que el presidente de la Comisión Constitucional quedase al margen. Es decir, el sectarismo y la prepotencia eran palpables. De aquellos polvos vienen estos lodos.
1 comentario:
El sectarismo es lo peor que existe. Creer con los ojos cerrados a un partido, sólo porque tenga las siglas que tiene, sin detenerse a pensar en que lo forman personas que pueden mentir y/o equivocarse, dice muy poco a favor de los sectarios.
El PSOE nunca ha sido un partido digno de ser creído. Sus crímenes antes del alzamiento no pueden ser escondidos por mucho que se empeñen en aparecer como dignos defensores del trabajador.
Después de la transición ya hemos visto de sobras a lo que van. El GAL y Rumasa sólo son dos botones de muestra.
Actualmente vemos como ignoran a los trabajadores y a la familia para concentrarse en banqueros, empresarios, chorizos varios y, por supuesto, a las familias que las zurzan, que los gays y lesbianas tienen prioridad, así como las furcias que van de flor en flor.
Adolfo Súarez es un gran hombre que dió su vida en la medida que fue capaz. Está muy por encima de toda esta chusma que pulula ahora y que no le llegan ni a la suela de los zapatos.
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