Son grandes los problemas que tienen en estos momentos ETA y Batasuna. Lo prudente era continuar en la misma línea, o quizá apretar un poco más las tuercas. No es aconsejable tener demasiadas contemplaciones con criminales tan horrendos como esos, de los que no cabe esperar nada bueno.
De repente, se empieza a hablar de ETA de nuevo, de beneficios carcelarios si se dan ciertos supuestos, etc.; paralelamente, se le concede protagonismo de nuevo a Otegi, con lo bien que iba mantenerlo en el reino del olvido; se vuelve a hablar de marcas blancas para Batasuna. Sería imperdonable, por cierto, que estos fulanos volvieran a los ayuntamientos. No hay más que leer Vidas rotas para comprenderlo. Y ni siquiera hace falta leer nada para comprender que es muy peligroso que puedan volver a presentarse.
El pacto entre el gobierno y el PNV parece tener mucho que ver en este asunto. Todos esos movimientos parecen ir en busca del voto miserable, que es el de aquellos que simpatizan con ETA y que, consecuentemente, dan su voto a Batasuna. Esos miles de votos pueden tener una influencia decisiva, motivo por el cual algunos políticos se lanzan en su búsqueda y lo peor es que están tan acostumbrados que ni siquiera necesitan taparse la nariz.
Es una vergüenza para todos que ETA siga existiendo y también lo es que tenga un partido afín al que, además, le cuesta menos encontrar candidatos que a otros partidos. Mientras la policía no haya desmantelado por completo a ETA, mientras la banda siga pretendiendo cobrar el impuesto revolucionario, mientras haya un ambiente mínimamente favorable a ETA o comprensivo con la banda, no debería permitirse que se presentara a las elecciones ningún partido mínimamente emparentado con ella. Se desmarque o no de la violencia. ¿Quién puede fiarse de ellos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario