martes, 27 de agosto de 2013

De Llamazares a Mandela

El grave accidente de una política del PP, cuyo nombre no es necesario poner, dio pie a una catarata de insultos, gritos de jolgorio y a la impúdica exhibición del rencor que atesoran unos cuantos, entre los que se encontraba Llamazares.
El rencor es feo y mereció la reprobación de algunos, cosa que ha generado una larga serie de sesudas reflexiones mediante las cuales se pretende justificarlo. Estos artículos han sido generalmente interminables, o sea, como si sus autores quisieran dar a entender que hay motivos de sobra para el rencor, para el odio y para el resentimiento. Son artículos que percuten en el ánimo del lector que no alberga esos sentimientos tan negativos, castigándolo. A los autores de esos artículos cabe preguntarles si piensan que es el rencor lo que justifica la existencia de la izquierda.
Lo que sí que saben todos es que la hábil administración del rencor da votos. Lo saben los nacionalistas y lo saben las izquierdas. Esto les proporciona cierto margen para cometer tropelías.
En el caso de IU, como ha hecho notar Rosa Díez, se da el caso de que a este partido mal que a Aguirre y Gallardón les sucedieran los siguientes en la lista. Pero ha ocurrido un caso similar en Andalucía y a IU le parece bien. Es que en este caso tiene parte de la tarta. Por supuesto que no se le tiene rencor a Izquierda Unida por esta manera tan graciosa de actuar. Que sean otros los que reclamen el rencor y la incongruencia como parte de su patrimonio.
A Mandela le alabó y le alaba mucha gente, pero en el caso de esos tan rencorosos ya se ve que sus aplausos son retóricos. Nelson Mandela es uno de esos espíritus selectos que, teniendo motivos más que sobrados para sentir rencor, han apartado este sentimiento de sí. Si el título hubiera sido “De Mandela a Llamazares” hubiera hecho pensar en la involución.

No hay comentarios: