domingo, 18 de agosto de 2013

Inglaterra juega sucio

Como suele ocurrir, aunque los británicos sean maestros en disfrazar las cosas para que parezcan de otra manera.
Ese tipo, Cameron, está azuzando el nacionalismo de sus compatriotas con el asunto de los controles fronterizos, como si España los estuviera atacando. Ya se sabe que el patriotismo es el último refugio del bribón. Calla que la provocación proviene de Gibraltar. Y omite decir también que Gibraltar es un emporio del vicio. De todo tipo de vicio.
Este Cameron, que tiene aspecto de ir mucho a misa, o lo que haga la Iglesia de Inglaterra, pretende también comparar en los foros internacionales a Gibraltar con Ceuta y Melilla. Descarado que es el tipo. Jugará con fuego con los países árabes. No le importará darle alas al rey de Marruecos y apoyarle en sus abusos contra los sarahauis si ello le sirve para ganar algo. Es “creyente” y quizá alardee de ello, mientras perpetra sus canalladas.
Que compare las resoluciones de la ONU sobre Gibraltar, con las de Ceuta y Melilla. Que estudie la historia de las tres ciudades, cosa que se puede aventurar que no hará, sencillamente porque no le conviene.
Conviene recordar que en la ONU Gran Bretaña tiene más peso que España. Le resulta mucho más fácil recabar apoyos. Pero la cuestión de Gibraltar es tan clara que el organismo tuvo que fallar en favor de la descolonización.
Cabe hacer notar también que para los ingleses, con su dichosa majestad a la cabeza, las resoluciones de la ONU son sagradas cuando les convienen. El de Gibraltar no es el caso. Por cuyo motivo, lo que hizo la reina del Imperio Británico con el papel que le debió de enviar la el citado organismo, que fue creado con fines supuestamente nobles, se puede adivinar.
Con respecto a España, dialogar sobre este asunto con el gobierno inglés supone perder el tiempo y algo más. Siempre algo más.

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