jueves, 8 de agosto de 2013

Aquel milagro alemán

Han cambiado mucho los tiempos. Desgraciadamente, aquel método alemán que consistía en pagar mucho a los obreros, para que pudieran ahorrar y comprar productos (alemanes) ya no se puede aplicar ni en la misma Alemania.
Hoy en día rige, prácticamente, el mercado único en el mundo y hay países que compiten con ventaja, puesto que en ellos no se conoce el Estado del Bienestar que, por otra parte, pronto perderemos los que lo tenemos por culpa de los nacionalistas.
De todos modos, lo que se demuestra con las pretensiones de Lagarde y Rehn de que se bajen los salarios de los trabajadores españoles es que las oligarquías no solo mandan en España, sino también en el mundo.
Y a la vista de las reacciones que ha motivado el desparpajo del gobierno de Gibraltar, y la cara dura de la Reina de Inglaterra, apoyada por la manipuladora prensa inglesa, cabe decir que el mundo es una gran casa de putas, gobernada por las más inmundas. Si abusan de España porque es débil, que no harán con los países más débiles todavía, como el Sahara Occidental, por ejemplo.
Por este camino el planeta se va a pique.
No es probable que Lagarde llegue a fin de mes. Treinta mil euros, si no se administran bien, se terminan antes del día 25. Pero ella confía en que los trabajadores españoles sí que saben administrarse. Y los trabajadores españoles saben hacer maravillas con una patata. Y con los sabores que consiguen disfrutan hasta extremos desconocidos para Lagarde. Mientras unos aprenden a gozar con las maravillas de lo pequeño, otros se angustian con los límites de lo grande. Unos conocen la ternura, que tanta felicidad proporciona, y otros matan el tiempo pensando en las diversas maneras de aprovecharse de los demás, o de hacerles daño. Mientras unos creen que han ganado otros saben aprovechar lo que haya, aunque sea la derrota.
En España no hay que reducir los sueldos, sino el número de mangantes.

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