sábado, 17 de agosto de 2013

Pujol, según Sostres

Cuando Salvador Sostres opina hay que leerle con prevención. Escribe bien, pero su cerebro no tiene control, por lo que se ve; puede ser que lo tenga puesto al servicio de sus antojos. Está acostumbrado a tenerlo todo, porque es de familia rica, y tiene talento y don para escribir, y los usa para conseguir lo que quiere, o quizá para vengarse, o acaso para amenazar a quienes se le oponen. Parece ser que se considera por encima de muchos, porque ve sus cualidades, pero no sus errores.
Cuando en lugar de opinar da datos hay que leerle con atención. Tiene muchos.
Jordi Pujol es otra cosa. Tiene una inteligencia puesta al servicio de algo concreto, que consiste en engatusar a la mayoría para llevarla al precipicio. Y la lleva. No se le ha visto derramar ni una sola lágrima por los damnificados de la Banca Catalana. Ni tampoco se le ha escuchado una palabra de agradecimiento. Él, que siempre habla en tono tan serio, y tan envuelto por la bandera catalana, suscita el fervor y la reverencia en las gentes. Fueron muchos los que invirtieron sus ahorros en la Banca Catalana. Y luego, en lugar de pedir cuentas y exigir que rodaran cabezas, como suele suceder en esos casos, votaron a favor de el valor de las acciones se redujera a cero. Quizá sea un caso único en la historia de la banca mundial. Claro que Pujol no les dio las gracias a esos accionistas tan desprendidos. Les hizo creer que habían cumplido con su obligación.
Y luego el tipo se presentó a las elecciones catalanas y ganó por mayoría aplastante. Y así está Cataluña ahora.
Salvador Sostres sabe mucho de los Pujol, y lo va contando. Basta con poner en el buscador Sostres+Pujol y aparecen unas cuantas noticias. No obstante, Pujol sigue representando su papel. Inmerso en ese personaje aparentemente tan serio y respetable lanza sibilinas andanadas de odio contra España. El odio es feo, contra cualquiera que se dirija. Quienes votan a Pujol o sus sucesores echan piedras contra su propio tejado.

No hay comentarios: