domingo, 25 de agosto de 2013

Lo que no se dice de los “triunfadores”

A veces se informa de que tal empresario, a pesar de que estamos en crisis, ha creado nuevos puestos de trabajo, o que otro empresario lucha por no tener que bajar los sueldos de sus empleados.
De lo que se habla menos es de la lucha despiadada por captar nuevos clientes o por no perder los que se tienen. Los hábitos de los consumidores se estudian al dedillo, de modo que al final resultan ser entes automatizados a los ojos de quienes diseñan las estrategias comerciales.
¿Cómo hacer para romper esta dinámica? Los sucesivos gobiernos españoles, incluidos los autonómicos, apuestan inveteradamente por los grandes. La educación del consumidor no parece una tarea urgente.
Estamos en crisis y algunos empresarios logran crear empleo, pero por de pronto han logrado que cierre un gran número de panaderías tradicionales. Los empleados de esas panaderías han ido al paro. Puede darse el caso de que por cada puesto de trabajo creado se hayan destruido cinco o más. La calidad del pan se ha resentido. Las panaderías que resisten también se han visto obligadas a bajar los precios.
Hay quien critica al capitalismo, como si éste fuera una bestia enorme. Sin embargo, la imagen que mejor representa al capitalismo es la una viejecita con delantal negro y pañuelo, también negro en la cabeza, yendo de tienda en tienda a buscar la sandía más barata.
Hay empresas que obligan a sus proveedores a trabajar de forma exclusiva con ellas. Esto significa que para los pequeños comercios cada vez es más difícil la supervivencia. Que se pueda mantener una tienda teniéndola abierta diez horas diarias, seis días a la semana, es un sueño. Cada día son más las tiendas que cierran. Incluso algunas de las que abrían también los festivos.
No se sabe si algún partido político tiene hechos estudios sobre este estado de cosas en el que vivimos. Quizá algunos políticos sueñan con estar en un consejo de administración de una gran empresa.

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