martes, 21 de julio de 2015

El Cabañal y el supuesto expolio

Hace unos pocos años, mantuve un breve debate con un señor cuyo nombre no viene a cuento, contrario a la prolongación de la avenida de Blasco Ibáñez hasta el mar. Yo soy partidario de que se haga y mis argumentos son fáciles de entender: si se hubiera hecho en 1910, en 1930 o 1953, por citar tres fechas cualquiera, ahora no habría cuestión.
La aspiración de que la avenida de Blasco Ibáñez llegue hasta el mar tiene más de un siglo y si no se había hecho aún es por falta de dinero.
El asunto es que también dije que más importante que se haga o no se haga la prolongación es que en el proceso se respeten las formas democráticas. Esto ya no interesa tanto. En España no hay hábitos democráticos. Por poner un ejemplo, baste recordar que un ministro dijo que el PHN se haría 'por cojones', y se quedó tan ancho, y vino otro presidente del gobierno y lo retiró 'por cojones', y se rió mucho con la gracia. Pues en el asunto del Cabañal también se hace todo 'por cojones'. Se planea llegar hasta el final por ese procedimiento y se deroga por el mismo cauce.
A todos les parecerá bien, pero con ese procedimiento se debilita la democracia. Si en España hay pocos hábitos democráticos y los dirigentes gustan de la vía dictatorial la democracia queda cada vez más lejos.
Conviene precisar una cosa: El partido que más votos obtuvo en Valencia fue el que se proponía a ejecutar el viejo proyecto de abrir la ciudad al mar. De modo dictatorial, eso es cierto. Para cargarse el plan ha hecho falta la unión de tres partidos y la alcaldía ha recaído en un catalanista y es evidente que el nacionalismo está reñido con la democracia.
No se vislumbra en el horizonte ninguna posibilidad de diálogo.

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