martes, 14 de julio de 2015

Francisco sigue francisqueando

Cada vez parece más claro que el objetivo de este Papa no es dotar a la Iglesia de coherencia con su credo, sino pescar en los caladeros del populismo, puesto que éste es el que ha hecho decrecer el número de fieles en Iberoamérica y él trata de reconquistar este sector.
Lo que ocurre es que con ello se olvida de la justicia, de la verdad y de la razón y se introduce en un mundo ilusorio en el que la demagogia y el disparate están a la orden del día.
Para ayudar a los más desfavorecidos hay que comenzar por decirles la verdad de las cosas. Engañarlos, haciéndoles creer que la culpa de sus males la tienen otros, es condenarlos a que nunca puedan abandonar su situación. La demagogia y las falsas promesas son las armas favoritas de los tiranos.
Al referirse a la situación griega, el Papa, para no faltar a la verdad, debió comenzar diciendo que Syriza ganó las elecciones porque había contado muchas mentiras y hecho promesas que en modo alguno podía cumplir. Durante el tiempo que este partido lleva en el gobierno la situación de Grecia ha empeorado mucho. No contento con el daño hecho, ha gastado una gran cantidad de dinero planteando un referendo antidemócratico y tramposo. Y ha insultado a los países que deseaban prestar dinero a Grecia y han acabado haciéndolo.
Pero al Papa no le interesa decir la verdad, porque lo que pretende es caer bien a ciertos sectores, como si de un vendedor de crecepelo se tratara.
El refrán «dime de qué presumes y te diré de qué careces» es plenamente aplicable a este Bergoglio, que dice que se preocupa por los pobres y lo que realmente hace es ensalzar a políticos dictatoriales y embusteros, como lo son sus admirados Correa y Morales. Y ahora Tsipras. Ya sólo falta que se postule también a favor de Pablo Iglesias, cosa que no sería de extrañar.
 

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