miércoles, 22 de julio de 2015

O sea, que no se puede tocar al Gran Wyoming

Escribe Félix de Azúa su columna titulada 'Sobrinitos' y se le tiran cuello. Yo no veo la televisión y, por tanto, tampoco el programa de ese señor, y no sé lo que hace, pero por lo que se desprende de la columna citada, se mete con mucha gente. ¡Ah, pero ojito con meterse con él!
Me desengañé un poco de Félix de Azúa semanas atrás cuando se mostró a favor de Ciudadanos y un tanto frío con UPyD. No estoy afiliado a ningún partido, pero me interesa que triunfe la justicia y UPyD ha hecho grandes servicios al pueblo español; está por ver que los haga Ciudadanos, cuya actitud ante el partido magenta no denota ningún tipo de nobleza. Félix de Azúa tiene motivos para conocer bien a Alberto Rivera, así que no debería extrañarle mucho la información que Rafael Navarro, director de El Mundo en Valencia, dio de sus manejos con Toni Cantó, en su artículo titulado 'Los políticos con padrino'. Estos hechos les descalifican a los dos para la política, lo que ocurre es que en el cenagal español hay cosas peores.
Contrasta la permisividad que se tiene con estos dos, con el enojo que despierta últimamente Rosa Díez, a la que se llama a menudo Señora Díaz, puesto que basta que se cambie el bolso de lado para que se la critique.
Con respecto al intocable Gran Wyoming, dudo mucho que yo, si viera la televisión, sintonizara su programa. Y menos todavía desde que sé que es intocable.
El español medio está todavía muy lejos de ser demócrata. Está tan cerca de ser sectario que cae de lleno dentro del apelativo. Incluso Félix de Azúa, que prefiere alinearse con los suyos, los de Ciudadanos, antes que con la razón. El agradecimiento, y UPyD lo merece, también forma parte de las convicciones democráticas.

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