viernes, 3 de julio de 2015

No me gusta Pedraz

Si digo que no me gusta el juego sucio de Syriza, que es apoyado, de forma tampoco muy limpia, por Podemos, se me etiqueta como experto repentino en Grecia. Si digo que no me gustan las meadas en la calle, se me etiqueta como experto repentino en meadas. Y si digo que no me gusta la decisión del juez Pedraz de archivar la querella contra Zapata se me etiquetará como experto repentino en Zapata.
Pero la cuestión no tiene remedio. Tengo un defecto congénito que hace que las ruedas de molino me sienten mal, así que tendré que resignarme a que me llamen experto repentino, facha, botifler o cualquier otro de los epítetos que regalan los del pensamiento único. No hay modo de que me entre un dogma, y si es un dogma con mala sombra todavía menos.
Confío, por otra parte, en que Daniel Portero consiga que se haga justicia en este caso. En mi opinión, cualquier intento de frivolizar los atentados de ETA favorece a la banda y denigra a los demás. Es irrelevante que Irene Villa diga que no se siente ofendida y me sorprende que el juez se haya servido de esta declaración suya. Yo sí que se me siento ofendido y sé perfectamente que cuando la banda terrorista cometió sus atentados contra la citada Irene Villa y contra otros muchos lo que pretendía era atemorizarnos a todos.
ETA ha influido mucho, para mal, en la política española durante todo el tiempo de su existencia y tomarse a chacota sus atentados viene a ser como una prolongación de sus actividades.
Si se hacen muchos chistes sobre el particular es porque algo no va bien en nuestra sociedad. Particularmente, nunca me ha hecho gracia ninguno. Tampoco me parece bien que se frivolice sobre el holocausto, o que para justificarlos se saque a relucir la cuestión palestina. Si el humor negro es eso, no me va.

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