jueves, 9 de julio de 2015

Obama se inmiscuye

Algunos piensan que Tsipras quería perder el referéndum que de forma tan tramposa convocó. Aducen que el resultado que se ha producido le coloca en un callejón sin salida, puesto que ha servido para empeorar lo que ya iba mal.
Otros, en cambio, opinan que Tsipras busca, precisamente, que suceda la catástrofe, puesto que lo pretende es tener una excusa para implantar una dictadura. Sólo falta que mueran de hambre veinte griegos, entre los que no va a estar ningún dirigente de Syriza, para que Tsipras culpe a Merkel del suceso y lo aproveche para culminar sus propósitos.
Quizá sea esto lo que teme Obama y sea el motivo de que se haya dirigido a la Eurozona para pedirle que dialogue con el gobierno. Acaso, también le haya hecho saber a Tsipras que no tolerará ninguna subversión del orden democrático.
En cualquier caso, la democracia está dejando ver sus debilidades. Los partidos son rehenes de la necesidad de conseguir votos. Y en nuestros días, cuando la masificación de la sociedad es un hecho y lo 'políticamente correcto' impera por doquier, la demagogia es el instrumento más eficaz para lograrlos en abundancia. Lo hemos visto en España con Podemos, pero no sólo con Podemos y en Grecia con Syriza, que prometió cosas a costa de terceros, y se ha visto también en España, pero en sentido opuesto, porque un partido, UPyD, que no hizo uso de la demagogia, sino de los hechos, se quedó sin votos.
Hubo un tiempo en el que había que defender la democracia por encima de todo, pero era una época en que la gente aún no estaba convencida del todo y, además, existían unos valores sociales a los que la gente se sometía.
Cuando hemos llegado al punto en que nadie discute que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos cabe pensar, para ponerse manos a la obra, de que es el momento adecuado para proteger a la democracia de sus debilidades.
Sería catastrófico que partidos como Syriza se fueran imponiendo en las democracias más sólidas.

No hay comentarios: