viernes, 18 de septiembre de 2015

Empresarios separatistas

Hay personas que tienen necesidad de la solidaridad de los demás y la piden, y muchas veces la exigen. Esto es una lección de vida. Tienen derecho a exigir y al hacerlo hacen un favor a su audiencia, puesto que con ello les consideran capaces de comprender su razón.
La contradicción se produce cuando algunas de estas personas que exigen la colaboración de los otros y que si reciben una bolsa de sangre o diez firmas en su favor, sin mirar de dónde vienen, luego resulta que votan a Bildu o a ERC. O al PNV o CiU. No son solidarios, por tanto, con aquellos a quienes piden ayuda. Deberían pedirla únicamente en sus propias comunidades, advirtiendo a quien votan, por si quien les ofreciera ayuda fuera de UPyD.
Lo mismo ocurre con los empresarios separatistas. Se sabe que muchos de ellos obligan a sus trabajadores a ser separatistas también e incluso les dicen el sitio exacto en el que han de estar en las manifestaciones. Luego reparten sus productos por toda España. Si no tuvieran la cara tan dura, no permitirían que sus productos salieran de su comunidad, o llevarían la bandera independentista en lugar bien visible. Si el dueño de una marca de vino fuera independentista, sus botellas deberían llevar ese distintivo.
La ideología de los separatistas, tanto vascos como catalanes, se puede resumir en dos palabras: cara dura.
Lo más triste del caso es que los catalanes se van a empobrecer por culpa de los catalufos. Sería lógico que en el resto de España la gente se negara a comprar los productos de esos empresarios que, como consecuencia de ello, se verían obligados a bajar los sueldos de sus trabajadores y despedir gente. Pero en esas empresas no sólo hay trabajadores catalufos, también los hay catalanes, que han de sufrir con resignación e impotencia, los efectos de ese delirio maligno.

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