Escribe un artículo Vicenç Villatoro en El País, titulado ¿Catalanistas en el Gobierno español?, en el que citando a Maurici Serrahima dice que éste le reprocha a Ortega que una persona de su inteligencia no se dé cuenta de que España, o incluso la península Ibérica no es una "cosa", sino también un equilibrio, aplastado por la uniformidad impuesta. Y es que los nacionalistas siempre tienen cosas que reprochar. Y tampoco me extraña que Ortega no captara lo del equilibrio aplastado. Otra cuestión que evidencia el artículo es que los nacionalistas tienden a odiar, puesto que explica que un nacionalista catalán tendría menos escrúpulos para unirse al gobierno europeo que al de España. Pero eso ocurre ahora. En el supuesto de que desapareciera España, los nacionalistas catalanes, y cualesquiera otros, odiarían a Europa, puesto que siempre necesitan reafirmarse frente a lo que se les opone.
Ojalá se lograra el equilibrio en España, cosa que no se podrá conseguir si las ansias nacionalistas no dejan paso a los deseos de justicia. Convendría olvidarse de las naciones y fijar la vista en las personas y sus necesidades. Tampoco ayudan a la construcción europea ninguno de los nacionalismos continentales que tanto tardan en desaparecer. Europa es una idea, un modo de vida que debemos preservar por encima de todo. La búsqueda de la justicia es incompatible con la defensa de los privilegios o con la pretensión de los mismos.
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