Saben los etarras que es mucho más fácil matar que morir por la patria. Aparte de esto, pocas cosas más saben. ¿Quién puede sentir como suya una patria manchada con tanta sangre inocente? He ahí la sangre de Carlos Palate. Ningún etarra podrá llegarle jamás a suela del zapato. Otra de las pocas cosas que saben hacer los etarras es reír cuando los juzgan. Así hacen patria. Zapatero ha prometido justicia a los familiares de los dos ecuatorianos. ¿Justicia? Ya no volverán a ver as sus parientes ¿Y qué justicia? De momento hay un etarra en huelga de hambre, cosa que preocupa mucho a un obispo. A este mismo obispo también le interesa que el "proceso de paz" no se detenga. No consta que le haya pedido al huelguista que se arrepienta, lo que sí que estaría dentro de sus atribuciones. Arreglados estamos. Otro etarra ha montado, con la ayuda de un banco, una cristalería en los bajos de la casa en la que vive la viuda de su víctima. El "cristalero", al que el banco no le negó el crédito, ha podido decir que en el pueblo lo quieren más a él que a la viuda. Que haya podido decir eso no ha hecho enrojecer de vergüenza ni al cura ni al alcalde del pueblo, ni tampoco al gobierno vasco. De modo que los familiares pueden esperar justicia. Ojalá el sacrificio de los ecuatorianos sirviera al menos para que sus familiares ya no padecieran jamás ningún tipo de dificultad económica. Otra cosa es evidente, los etarras no se van a hacer cargo de estos gastos ni de los de la reconstrucción del aeropuerto. Nos daremos con un canto en los dientes ni no hacen más destroza. De modo que la "patria" de estos tipos se va llenando de gloria. Menos mal que hay vascos, bastantes, que tienen dignidad. Ellos también son víctimas de primera magnitud.
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