He sido abordado esta mañana en un espacio público valenciano por un grupo de propagandistas del partido de Juan García Sentandreu, Coalició Valenciana. No hacía falta más que citar la lengua valenciana para pegar la hebra y enseguida hemos comenzado a hablar en valenciano y ha surgido de inmediato el invento de Zaplana, la AVL, que tanto gusta a sus sucesores que la han incluido en un nuevo Estatuto que no reclamaba nadie. Zaplana y Camps andan a la greña, pero en lo que ambos coinciden y en este caso incluso con Pla, es en la utilidad de la muy generosamente pagada, y no por ellos sino por nosotros, los votantes, academia para introducir el catalán de forma solapada en esta tierra en la que abiertamente no puede entrar. Zaplana incluso convenció a Xavier Casp, para que presidiera la AVL. A saber lo que le diría. Éste, al convencerse de forma fehaciente que había sido engañado, renunció a su cargo y con ello al grandísimo sueldo que llevaba aparejado, cosa que no han hecho los demás supuestos defensores de la lengua valenciana. Nuestros gobernantes han tenido el descaro de ordenar que todos aquellos que no usen las normas de la AVL no percibirán ninguna subvención. De este modo, la AVL, institución de los políticos, asfixia económicamente a la casi centenaria RACV, querida por los valencianos.
Les he dicho a mis interlocutores que va a ser cosa de pedir públicamente el voto en blanco en las próximas elecciones, como modo de castigar a los políticos, por su empeño en engañar a los ciudadanos. Una de mis interlocutoras, llamada Milagros, que parece una bellísima y simpatiquísima persona, ha protestado. Quiere que pida el voto para Coalición Valenciana. Pero yo puedo pedir el voto para ningún partido, puesto que no pertenezco a ninguno. Sí puedo pedir el voto en blanco, puesto que la clase política valenciana merece recibir esa bofetada. Ojalá el número de votos en blanco fuera tan grande que los receptores del castigo no olvidaran jamás la lección.
Les he dicho a mis interlocutores que va a ser cosa de pedir públicamente el voto en blanco en las próximas elecciones, como modo de castigar a los políticos, por su empeño en engañar a los ciudadanos. Una de mis interlocutoras, llamada Milagros, que parece una bellísima y simpatiquísima persona, ha protestado. Quiere que pida el voto para Coalición Valenciana. Pero yo puedo pedir el voto para ningún partido, puesto que no pertenezco a ninguno. Sí puedo pedir el voto en blanco, puesto que la clase política valenciana merece recibir esa bofetada. Ojalá el número de votos en blanco fuera tan grande que los receptores del castigo no olvidaran jamás la lección.
La valenciana RACV, la fenicia AVL
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