Las luchas por el poder no son estéticas, por cuanto surgen del egoísmo de los antagonistas. Cuando la pelea es por el poder político, los ciudadanos tenemos derecho a preguntarnos si esos son quienes dicen defender nuestros intereses. Y se produce una vuelta de tuerca más cuando la disputa sobreviene por el control de alguna de las instituciones creadas específicamente para servir a los ciudadanos y que, de un modo o de otro, pagamos entre todos, como las televisiones públicas y las Cajas, que en modo alguno deberían estar politizadas. Los intentos de Zaplana por colocar a los suyos en la Caja de Ahorros del Mediterráneo, pactando para ello con el PSOE, resultan tan horrendos ante la opinión pública que Mariano Rajoy se ha visto obligado a desautorizarlo. ¿Pero cree alguien que eso servirá para que Zaplana retroceda? No es la primera vez que Rajoy le desautoriza, sin que sirva de nada. Hay otra pregunta para hacer. ¿Cómo hubiera actuado Aznar si estuviera en el lugar de Rajoy? Y más aún: ¿Se hubiera atrevido Zaplana si hubiera estado Aznar en ese sitio? Se trata de preguntas sin respuesta, aunque quizá las conocemos todos.
Resulta entonces, que Camps preside el gobierno valenciano, pero no manda, puesto que los zaplanistas le plantan cara siempre que surge la ocasión. Tiene que formar su equipo de gobierno contando con el cupo de Zaplana y con los amigos de su familia de toda la vida. Pero tampoco él es una flor pura y limpia, puesto que ha sido capaz de imponernos la nada querida, pero magníficamente pagada, AVL, y para ello, para volver las espaldas a los votantes, también ha sido capaz de pactar con el PSPV. No sé si será necesario que añada que no veo en el horizonte político valenciano ninguna formación que, en estos momentos, merezca la pena. Arreglados estamos.
Resulta entonces, que Camps preside el gobierno valenciano, pero no manda, puesto que los zaplanistas le plantan cara siempre que surge la ocasión. Tiene que formar su equipo de gobierno contando con el cupo de Zaplana y con los amigos de su familia de toda la vida. Pero tampoco él es una flor pura y limpia, puesto que ha sido capaz de imponernos la nada querida, pero magníficamente pagada, AVL, y para ello, para volver las espaldas a los votantes, también ha sido capaz de pactar con el PSPV. No sé si será necesario que añada que no veo en el horizonte político valenciano ninguna formación que, en estos momentos, merezca la pena. Arreglados estamos.
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