martes, 4 de septiembre de 2007

España, país de servicios

Nos quejamos de que toda la costa española está edificada, habiendo modificado, para afearlo, el paisaje e incluso, y como es lógico, el ecosistema. Las nuevas casas precisan agua y al estar construidas buena parte de ellas para los turistas, también campos de golf, que necesitan mucha más agua. Si hemos decidido vivir del turismo y de la construcción, tenemos que saber que con ello no sólo ponemos al imponente y majestuoso Peñón de Ifach a los pies del dinero especulador, que tratará por todos los medios de ultrajar y ofender con sus construcciones lo que los milenios habían respetado, esa grandiosidad rocosa a cuyos pies se rinde el oleaje marino. Y no sólo hay que construir sin cesar, sino que además hay que hacer campos de golf, para que las casas tengan compradores. Y hay que regar esos campos de golf. ¿Podemos decir, por ejemplo, que los alicantinos se han quedado sin paisaje? Aquellos lugares tan bellos antaño, que se podían disfrutar casi a solas, han desaparecido, o por lo menos es mejor no ir. Y los beneficios que deja el turismo repercuten en toda España. Y ahora se dice que los alicantinos, que la usan con cuentagotas, derrochan el agua. Son los turistas, quienes la gastan sin tasa.
El Periódico publica hoy una entrevista con José Manuel Sánchez Ron, historiador de la ciencia y académico de RAE, en la que dice lo siguiente:

Yo ya le he dicho a algún presidente de Gobierno que tenía la responsabilidad moral de incorporar la importancia de la ciencia a su discurso. Nuestros políticos dejan mucho que desear en ese campo. ¿Qué se puede esperar de un país cuyo Parlamento no tiene asesores en ciencia y tecnología? No hablo de cultura, sino de negocio, de riqueza. Ser un país de servicios no está mal, pero no deberíamos ser solo eso.


Ningún gobierno español se ha preocupado hasta ahora de fomentar la ciencia y la tecnología. A todos les ha venido muy bien el auge de la construcción, han dejado que mucha gente se comprometa en muy arriesgadas aventuras hipotecarias y luego vienen quejándose del urbanismo depredador, como si ellos nunca hubieran roto un plato. ¿Dónde se habían oído antes las voces reclamando más apoyo a la ciencia y a la tecnología? ¿Quién se considera capaz de conseguir que nuestro país no dependa tanto del turismo?

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