lunes, 17 de septiembre de 2007

La cuota en los consejos de administración

Resulta que las mujeres se resisten a ser consejeras de cuota, según publica hoy Cinco Días. Aducen para apoyar su negativa que quieren ser elegidas porque lo valen, no por ser mujeres. Y esto me resulta algo sorprendente, por cuanto yo venía creyendo que lo que falta para sentarse en un consejo de administración es tener muchas acciones de la empresa y arte para dar codazos a los competidores. Tengo entendido que la lucha para ocupar los cargos no suele ser nada señorial ni versallesca, aunque a menudo, una vez terminada, los contendientes guarden las formas, más que nada por interés. Teresa de Jesús, cuya valía nadie puede poner en duda (fundó 34 conventos y figura por méritos propios junto a los grandes nombres del Siglo de Oro), no hubiera sido admitida en ningún consejo. Es chocante que ahora que las mujeres pueden acceder a un puesto que solían tener muy difícil, se muestren remilgadas y dubitativas. La torpeza de Zapatero, acerca de esta cuestión, fue la de nombrar igual número de ministras que de ministros, dirigiendo así los focos hacia una dirección, que hacía más visibles a las ministras de cuota que a los ministros tontos. No voy a decir nombres. Hubiera podido nombrar más mujeres que hombres, o incluso dos terceras partes de mujeres y una de hombres. ¿Qué prurito llevó al presidente a nombrar el mismo número de hombres que de mujeres? ¿Por qué no podían ser más éstas? Hay feministas de salón. Si hubiera actuado de este modo, a nadie se le hubiera ocurrido pensar en la cuota, la atención hubiera estado puesta en la calidad del trabajo. Creo que hay pocas mujeres que ocupen la presidencia de las empresas y acaso este detalle constituya la prueba de que no se alcanza el cargo gracias a la capacidad, sino por otros motivos. ¿Cómo se ha podido pensar durante siglos que las mujeres eran inferiores? El hecho de que hayamos comulgado con esas ruedas de molino explica muchas cosas. Somos capaces de descubrir la ley de la gravedad (que no tiene nada que ver con los rostros serios de los consejeros) y no nos damos cuenta de que las mujeres valen igual que los hombres. Hay gente incapaz de captar el mérito ajeno.

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