viernes, 28 de septiembre de 2007

A propósito de las Malvinas

Se cometen tantos atropellos en el mundo que ya hemos perdido hasta la capacidad de horrorizarnos. Birmania está ahora en primer plano, pero no debemos olvidar al Sahara o a Guinea Ecuatorial, lugares en los que nos gustaría ver intervenir a la ONU; no con palabras sino obligando a cumplir las resoluciones. Son innumerables los sitios en donde se echa de menos la actuación de un organismo capaz de poner orden y de hacer cumplir una ley razonable. La ONU, por otra parte, sería la institución adecuada para hacer frente al terrorismo islámico, puesto que si mostrara un deseo evidente de defender la razón, desechando la ley del más fuerte, podría hacer ver a los aspirantes a terroristas que el camino del terrorismo es equivocado. El hecho de que no exista, puesto que las resoluciones de la ONU no suelen ser atendidas ni tomadas en serio se debe, sin duda alguna, a que a las grandes potencias no les interesa. La ONU sería capaz de poner coto a los desmanes de Chávez y de otros, obligándoles a ajustarse a las leyes. Podría ordenar a los dictadores que hicieran un progresivo plan de democratización. Por otro lado, podría luchar contra la corrupción en el mundo y acaso ponerle algún freno. Pero también podría ordenar a Estados Unidos que aboliera la pena de muerte. ¿Con qué argumentos la podría defender en un foro internacional? En la actualidad es un asunto interno. Tampoco hubiera podido Bush ordenar la invasión de Iraq, ni el sanguinario Sadam hubiera tenido la ocasión de morir dignamente a manos de unos verdugos infames. Sadam hubiera tenido que vivir y probablemente comprender su iniquidad. Otra cuestión por la que tampoco interesa la ONU a las grandes potencias es la pervivencia de las colonias inglesas. En la tesitura actual, Inglaterra no sólo no devuelve las Malvinas a la Argentina, sino que, con todo el descaro del que es capaz su graciosísima majestad, pretende ampliar el límite de las 200 millas de la costa hasta 350, por si hubiera petróleo. Ojalá se organice una protesta descomunal en Internet contra este atropello.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los grandes lo pueden todo. El acoso es contralos pequeños.

Zenia

http://imaginados.blogia.com