En los buscadores de Internet, a menudo detecto preguntas como “problemas de los superdotados”, “integración social de los superdotados”, y otras de este jaez. Cuando las veo, no puedo evitar preguntarme por la intencionalidad de sus autores. La inteligencia social puede ser un arte, pero la vida es un misterio. El ser humano no se compone únicamente de inteligencia, tiene otras muchas facultades y cada una desempeña un papel. ¿Por qué decidió Sócrates tomar la cicuta en lugar de escapar como le ofrecían y vivir el resto de su vida humillado? ¿Por qué hay otros que con tal de lograr un puesto de relumbrón en la sociedad son capaces de sacrificar su dignidad? A algunos no les pesa saber en su fuero interno que son innobles e indignos. Pero en estas grandes decisiones humanas resulta mucho más determinante el valor que la inteligencia. Un superdotado es alguien que tiene un rasgo diferencial, como también lo tienen quienes son más altos o más bajos que la media, o de piel más clara o más oscura, etc. Hay superdotados extravertidos e introvertidos. Los hay de familias ricas y pobres. Con salud de hierro o delicada. Las posibilidades, como se ve, son múltiples. En función de ellas y de otras cosas, unos tendrán más facilidades que otros en el mundo. En cualquier caso, se trata de personas que tienen una peculiaridad y eso supone una dificultad, más grande o más pequeña según los casos, para lograr la integración social. Todas las personas tienen inteligencia, más o menos, y la pueden usar para bien o para mal. Si todos la usaran para bien, no cabe ninguna duda de un superdotado sería bien recibido siempre. En cualquier caso, la sociedad debería utilizar a los más inteligentes en su beneficio. Si los más inteligentes estuvieran en los sitios adecuados, los trenes se estropearían menos, las enfermedades se curarían mejor, el dinero se gastaría de un modo más racional, etc. Aparte de que eso sería lo justo. La injusticia es mala para todos.
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