Hoy es el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Hoy es un día muy emotivo para las gentes de bien. En el libro Vidas rotas hay información precisa sobre este acto vil que acabó con la vida de alguien que sabía que se la estaba jugando, porque defendía ideas opuestas a las que permitían andar libremente por las calles.
Los filoetarras son etarras de corazón. Quizá no se les pueda llamar etarras porque no pertenecen a la banda o no se puede probar su pertenencia, pero dejan ver detalles en los que se nota su punto de simpatía hacia los etarras, y se puede sospechar que esa simpatía puede ser total e indisimulada en los ambientes adecuados. Fuera de esos ambientes se conforman con la insidia.
Una de esas insidias consiste en reclamar “un reconocimiento equitativo y plural de todas las víctimas que la violencia de motivación política ha provocado en Euskadi en los últimos 40 años”, lo que es una muestra más de la maldad intrínseca de quienes promueven esta iniciativa, un dato más que revela su voluntad de seguir ofendiendo a las víctimas, una burla a las leyes en las que pretenden ampararse. Esas víctimas a las que se quiere que se les reconozca un derecho ya han obtenido justicia, como el resto de ciudadanos que van a juicio.
Las víctimas del terrorismo son las víctimas más inocentes de todas, como se ha dicho y explicado tantas veces. Esto de ser las víctimas más inocentes ya crea una línea divisoria suficientemente amplia con respecto a las citadas anteriormente. Pero es que la Asociación de Víctimas del Terrorismo no debería existir. Fue creada debido al desamparo en que se encontraron las víctimas durante mucho tiempo. Las fechorías de los etarras no terminan en el atentado, luego quieren condenar al olvido y a la miseria a quienes han sufrido su zarpazo. Si la sociedad se hubiera comportado con las víctimas como ellas merecían la asociación no hubiera sido creada. Dar a entender ahora que gozan de privilegios es una canallada. Pero se agradece, porque viene a corroborar que ETA sigue viva, en contra de lo que pretenden hacer creer algunos.
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