Según una encuesta del CIS, el 85 por ciento de los ciudadanos se siente orgulloso de ser español. El primer pensamiento que surge de este dato es que la gente necesita sentirse orgullosa por algo. Nacer en un lugar o en otro no es un mérito, no traicionar al país en el que se ha nacido sí lo es.
Y lo más relevante que se deduce de la encuesta es que los políticos españoles no cumplen con su cometido, probablemente porque el sistema no lo permite. La Constitución española establece que “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. De acuerdo con esto los políticos deberían atender los deseos y las preocupaciones de los ciudadanos. Sin embargo, lo que hacen es guiar, o más bien pastorear, a los ciudadanos hacia dónde los quieren llevar.
El propio Zapatero lo explicó con claridad meridiana: "Las palabras han de estar al servicio de la política y no la política al servicio de las palabras". Las encuestas del CIS no se usan para conocer las preocupaciones de los ciudadanos, sino para que los políticos sepan cómo manipularles. Las palabras al servicio de la política. Lo dijo Zapatero porque cree que todo lo que se le ocurre es lo mejor, pero lo vienen haciendo los nacionalistas desde que consiguieron que se les dieran todas las ventajas. Los demás también lo hacen en la medida de sus posibilidades, pero la palma se la llevan aquellos, indudablemente.
Habría que poner la política al servicio de las palabras, para que cada uno sepa a qué atenerse, para que se vuelva a llamar al pan, pan, y al vino, vino, y para ello nada mejor que hacer que la soberanía resida de verdad en el pueblo. La retórica vana y las tomaduras de pelo deberían quedar, al menos, en un segundo plano.
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