Una persona tan inteligente y tan admirable como Fernando Savater ha de saber, por fuerza, que no es infalible. No se puede decir lo mismo de quienes lo desprecian. Señor, perdónalos, porque no saben lo que se hacen. El hecho de que sepa que no es infalible no le impide defender ardorosamente sus ideas, aunque hacerlo le reporte sufrir incomodidades sin cuento, riesgos graves para su vida y menosprecios de gente ignorante.
Pero si hoy vuelve a este sitio es, de nuevo, por su artículo ¿Prohibido permitir? Vivimos en una sociedad en la que no hay más remedio que establecer algunas normas. Hay que prohibir algunas prácticas en beneficio de todos, aunque ello signifique alguna merma de las libertades individuales. En nuestro mundo los hay que tienen tendencia a imitar, es más, tienen miedo a parecer diferentes. También los hay que simulan ser diferentes. También los hay en nuestro mundo que se aprovechan de laxitud y la desidia general para hacer sus negocios, a menudo nada limpios.
Habría que prohibir también los anuncios de contactos. ¿Por qué un gobierno que presume de paritario y que incluso ha inventado el ministerio de Igualdad, no ha caído en este detalle? ¿Es que la titular de ese ministerio, insigne miembra del Ejecutivo, no se ha percatado de que al permitir esos anuncios se dan facilidades para cometer infames delitos? Quizá sea imposible erradicar la prostitución, pero no se puede ni se debe decir lo mismo de la trata de blancas, ni de la prostitución infantil o la explotación de mujeres. No basta con decir que ese ministerio no incluirá publicidad en los periódicos con anuncios de contactos. Esa medida no es más que un disimulo. Si a este gobierno no le ha temblado el pulso para prohibir ciertas cosas, tampoco debería dudar en este caso. Menos hipocresía, por favor.
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