Basta comparar el lamentable artículo que ha escrito en El País, en comandita con Carmen Chacón, con el de Jorge de Esteban en El Mundo, para comprender lo lejos que está Glez de ser una persona de fiar.
Fue durante el mandato de Glez cuando floreció esa extraña X que todavía no se sabe a quién corresponde. Y eso que el tal X es alguien de cuidado. También fue durante el mandato de Glez cuando se filtraron a la prensa datos privados del juez Marino Barbero, sin que se haya averiguado quién los filtró y, por tanto, haya sido castigado. Probablemente, el gobierno de Glez ni siquiera lo investigó.
Ya quisiera Glez tener la mitad de la talla política y personal que demostró tener Adolfo Suárez. Fue éste quien trajo la democracia a España, mientras el líder socialista chupaba cámara. Fue Adolfo Suárez quien desplazó al General Armada lejos de los centros de poder y fue el PSOE de Glez uno de los partidos que tontearon con Armada. Fue Adolfo Suárez quien arriesgó su vida por la democracia, cuando el Coronel Tejero entró en el Congreso y fue Glez uno de los más rápidos en echar cuerpo a tierra.
Fue durante el mandato de Suárez, al que se acusaba de dictatorial, cuando disfrutamos de mayor democracia y mayor pluralidad informativa en los medios, y cuando mayor independencia tuvieron los jueces, y fue durante el mandato de Glez cuando se acabó la independencia judicial y cuando cayó desprestigiado definitivamente el Tribunal Constitucional, al que ahora quiere rematar. En su artículo citado, y con toda la desfachatez que se le conoce, cita al que fue presidente del Tribunal Constitucional Manuel García Pelayo, omitiendo que dimitió mucho antes de que acabara su mandato y regresó apresuradamente a Venezuela. ¿Podría explicar Glez por qué actuó así?
Hay cientos de miles de socialistas honrados en España, que se dejan la piel trabajando, y que sueñan con un mundo mejor, y merecen unos dirigentes que no los hagan sonrojar de vergüenza. España, para salir de la crisis y encarar el futuro con optimismo, necesita políticos honrados y consecuentes.
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