viernes, 9 de diciembre de 2011

Hablan del autoodio de los valencianos

Hay una serie de valencianos que viven en Cataluña, o venden libros o discos en Cataluña, o viven en Valencia pero reciben subvenciones de Cataluña, cuyo mayor mérito parece consistir en procurar que los catalanes puedan mirar a los valencianos de forma posesiva y conmiserativa. Los catalanes aprueban y retribuyen con creces esta actitud.
Uno de sus descubrimientos fue que los valencianos padecemos autoodio. Resulta que aparecen muchos talentos individuales que, tras esforzarse mucho, no encuentran luego el respaldo de la población. Y es que si se ponen a buscar defectos alguno han de encontrar. Los valencianos que triunfan no encuentran apoyo en su propia Comunidad. Queda establecido pues el autoodio de los valencianos.
Lo que no dicen es que entre los valencianos no prospera el nacionalismo. Y esta es la mayor pulsión autodestructiva de nuestros días. El nacionalismo cercena y ahoga todas aquellas cualidades que no se avienen con él. Incluso las cualidades que ya se poseían de antes, como la discreción y la elegancia serena. De pronto, quien antes era una persona admirable, educada y dialogante, se convierte en monotemática, aburrida y cargante.
Algunos nacionalistas viven muy bien, a costa de intoxicar a los demás con esta nefasta ideología, lo cual les permite aposentarse muy cómodamente en las poltronas que ambicionan, desde las cuales derrochan el dinero de los impuestos en cosas que no benefician en nada a los contribuyentes.
Los nacionalistas están incapacitados para ver la realidad de las cosas, todo lo que ocurre les llega a ellos a través del filtro distorsionador que permite que ciertos personajes vivan a cuerpo de rey.
Un nacionalista es alguien que se traga todas las bolas que le ofrecen, por gordas e indigestas que sean, si convienen a su ideología.
He aquí, pues, que no es inteligente mirar a los valencianos por encima del hombro.

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