jueves, 1 de diciembre de 2011

La vergüenza de Emarsa

Eso ha dicho Alberto Fabra, el presidente valenciano. Que le da vergüenza lo ocurrido en Emarsa. La alcaldesa, Rita Barberá, no ha dicho nada. Estará entretenida en las flores del Puente de las Flores (las flores del puente, lo primero; los discapacitados psíquicos pueden esperar).
Lo de Emarsa es una vergüenza, claro. Y es de esperar que Rita Barberá esté avergonzada. Alberto Fabra ya ha dicho que lo está, y nos lo creemos. Pero si no hace nada más, no vamos a ninguna parte.
Cabezas, han de rodar cabezas, y cuanto antes. El asunto ya apesta. Para nadie es un secreto que vivimos en crisis, aunque los políticos parecen no darse cuenta, puesto que su sector lo nota menos o nada. Bueno, a algunos les han puesto límites a las llamadas por el móvil y a las comidas, que les pagamos los demás.
Lo que ocurre es que hay que intentar salir de la crisis; algunos creen que lo vamos a conseguir haciendo un esfuerzo; es posible que no se hayan dado cuenta de que ya hemos perdido cosas que no recuperaremos, y que podemos perder más. No es seguro que logremos salir de la crisis.
Es indispensable, para poder luchar contra lo que se nos viene encima, que los políticos recuperen la confianza de los ciudadanos. O sea, hay que ir demostrando que se quieren hacer las cosas bien y con honradez.
Con toda la presunción de inocencia que quiera aplicar, lo Emarsa es feo. Y hay nombres implicados en el asunto. No debería quedar ninguno ya en la política. Quienes luego sean absueltos por los jueces pueden continuar sus vidas laborales en la empresa privada. La política no debe ser nunca una profesión, sino una vocación. De modo que cuando algún político se percata de que su influencia es negativa, debe irse, y si no lo hace, debe ser expulsado.

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