Con el fin de frenar la moda de los bonus en los altos dirigentes financieros, el gobierno británico ha lanzado la propuesta de que se hagan públicos los salarios de los directivos de las grandes entidades financieras. Ignoro si estas medidas servirían para algo en el Reino Unido, pero no me cabe duda de que las habría de mejores.
En España, por ejemplo, hay un alto directivo del Banco Santander, cuyo sueldo se conoce y es inusitadamente alto. Un simple empleado del mismo banco no puede llegar a cobrar lo mismo en toda su vida. Ni cinco empleados juntos tampoco. Es decir, sueldo es realmente alto.
Este alto directivo del Banco Santander que cobra tan gran sueldo fue condenado en firme por el Tribunal Supremo. Y el gobierno en funciones lo ha indultado sin que le tiemble el pulso. No lo hizo antes de las elecciones para no perjudicar al candidato de su partido. Quizá haya perjudicado a la justicia, pero en esto se ha tenido menos cuidado.
El hecho de que se conozcan los salarios de los que más cobran, al menos en España, no sirve de freno para nada.
Hubo una propuesta al principio de la crisis, cuando estalló en Estados Unidos, y Zapatero todavía no era consciente de que en España iba a explotar la burbuja inmobiliaria, motivo por el cual se creía a salvo y seguía derrochando, y consistía en instaurar los malus, en contrapartida a los bonus. De esta propuesta, que indudablemente resultaría muy efectiva, ya no se ha vuelto a hablar. De donde se deduce que los altos directivos bancarios de todo el mundo gozan de una consideración especial por parte de la clase política. Es posible que eso de poner en una pizarra, a la vista de todos, lo que ganan no sea más que un intento de los políticos de aparentar que hacen algo.
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