El nuevo líder máximo, o acaso supremo, o tal vez incontestable de Corea del Norte, que atiende al nombre de King Jong-un, ha tenido la amabilidad de mandar un mensaje de salutación a los necios políticos de todo el mundo, y también a las marionetas de Corea del Sur, en donde, como es obvio, natural y lógico, se vive mucho mejor que en su propio país.
El tal King Jong-un no es tan amable con los norcoreanos, sus súbditos, a los que impide vivir con las comodidades de que disfrutan sus vecinos del sur. Y precisamente ha amenazado al gobierno de Corea del Sur con romper las relaciones para toda la eternidad. Aquí viene bien lo de la necedad. ¿Cómo piensa garantizarse que esa ruptura, si se lleva a cabo, sea eterna? ¿No se ha dado cuenta de que ha muerto su padre y ese es el motivo por el que ha accedido al poder? ¿No entiende que él también ha de morir? Algún día tendrá que darse cuenta de que el poder nunca es absoluto. Hay cosas que no puede hacer. Por ejemplo, que en Corea del Norte tengan el mismo nivel de vida que en Corea del Sur. Puede amargar la vida a los norcoreanos, no puede darles la felicidad. Debería meditar sobre esto, antes de sentirse poderoso y lanzar amenazas tremebundas.
El poder de este sujeto tampoco alcanza para hacer un estudio sobre la frase “el número de los necios es infinito” como el que ha llevado a cabo Carlos Ivorra. ¿Qué sabrá King Jong-un si la frase es de Cicerón, del Eclesiastés o del Lucero del Alba? Ni lo sabe, ni le importa. Ni siquiera se preocupa por enterarse del significado de la palabra. Necio significa lo que él diga y necios son quienes él designa como tales.
Todos los ebrios de poder, esclavos del poder al final, son iguales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario