lunes, 10 de febrero de 2014

Alberto Fabra, el supuesto azote de la corrupción

En España se rinde culto al poder, quizá porque desde siempre los poderosos lo han tenido muy fácil frente a los demás. Aquí se presenta alguien con una gorra y la gente se apresta a obedecer, por lo que pueda pasar si no se hace.
De modo que este Fabra, al que en Castellón llaman el bueno, pero no porque sea bueno, sino para distinguirlo del otro, que parece peor, al ser elegido por el dedo para sustituir a Camps y ser consciente de que las sospechas de corrupción empiezan a mosquear a los votantes dijo que acabaría con ella. Lo dijo, pero quizá pensando en que al jefe se le cree todo lo que dice y en que, dueño de la maquinaria del poder, conseguiría hacer que las cosas parecieran así.
Pero la gente ya se fija más que antes y no ha gustado mucho que convierta a Serafín Castellano en su mano derecha, ni que le haya puesto coche, conductor y secretaria a Francisco Camps.
Ahora hay una querella de Manos Limpias contra Esther Pastor Tomás, cuya carrera en la Generalidad Valenciana está siendo fulgurante, por haber pagado con dinero público una larga serie de compras que supuestamente tenían destino privado.
El tal azote de la corrupción, ese señor que pretende que los valencianos confiamos confiemos en él, en lugar de pedirle a la querellada que dimita, cosa que ocurre en Gran Bretaña por asuntos mucho menos importantes, lo que ha hecho es ponerse a investigar quién o quiénes han dado esos datos a Manos Limpias. Pero es que, además, la investigación la llevan a cabo funcionarios de la Generalidad, que deberían estar trabajando en asuntos que benefician a los ciudadanos.
Lo que le preocupa a Fabra 'el bueno' no es que se hayan gastado fondos públicos para asuntos privados, sino que el dato haya salido a la luz pública. Ya sólo falta que Rajoy lo ponga como ejemplo, como antes puso a Camps.

No hay comentarios: