martes, 11 de febrero de 2014

Querer o no a los catalanes

Al repasar la web de Fundación para la Libertad he visto, en la portada, un artículo cuyo título es ¿Queremos o detestamos a los catalanes? No lo he leído porque eso de hacer como el burro que da vueltas a la noria no me parece muy divertido.
El autor podría escribir unos cuantos más, referidos a los valencianos, castellanos, etc., hasta completar todas las posibilidades.
Lo cierto es que todo el mundo habla del amor o del querer en términos elogiosos, pero luego ocurre que los políticos se sirven del odio para alcanzar sus propósitos, lo que viene a indicar que abunda este último.
Felipe González, sin ir más lejos, en sus tiempos de esplendor, cuando era aclamado como si del mismísimo Julio César se tratara, dio las claves para identificar a los de derechas. Con lo que vino a demostrar que sus convicciones democráticas eran nulas, puesto que ni acepta al Otro ni le respeta.
Pero quienes se sirven del odio para alcanzar sus fines, no esporádicamente sino sistemáticamente, son los nacionalistas. El hecho de que conmemoren derrotas pone de relieve que la base de su doctrina consiste en azuzar el odio y el afán de venganza. Los nacionalistas necesitan un enemigo para poder existir y su estrategia se fundamenta en una inacabable serie de afrentas, agravios y resquemores, todos inventados y magnificados hasta el infinito. Y además de esto los nacionalistas alimentan sentimientos de superioridad.
Dar por hecho que todos los catalanes son nacionalistas es un error. No todos lo son. Y muchos de los que lo son, lo son inducidos por el ambiente en que viven. Ellos no quieren ser diferentes de los demás, no quieren pensar de modo diferente a los demás.
Pero la pregunta no es si en el resto de España se quiere o no a los catalanes. La pregunta es cuando esos catalanes que odian a los españoles se darán cuenta de que el odio no conduce a nada bueno.

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