viernes, 16 de enero de 2015

El papa no es infalible

Nunca lo ha sido. Esta es una de las cosas que hay que ir aprendiendo. Desde el principio tuve la impresión de que el papa Francisco fue elegido por aquello de que no hay peor cuña que la de la misma madera.
Su populismo podría frenar la sangría de fieles que los caudillos populistas están causando a la Iglesia católica en la América Latina, se debió de pensar en las altas instancias del Vaticano.
Pero ha destapado su pulsión corporativa. Y también el vicio de inmiscuirse en la política de las naciones.
La revista de humor a la que critica está autorizada en Francia. ¿Quién es el papa para inmiscuirse en la política interna de Francia? Lo que ha tenido lugar es un horrendo atentado en nombre de una religión y una de las conclusiones que cabe extraer es que el fomento del fanatismo tiene malas consecuencias. Y en España hay curas y obispos que lo hacen, y algunos por partida doble, porque son nacionalistas. El nacionalismo necesita el fanatismo de forma imperiosa y además es incompatible con la doctrina católica, pero al papa eso no le preocupa, porque esos curas y obispos llenan sus templos, aunque prediquen falsedad.
Al papa sí le preocupa una revista de humor, quizá por su tendencia a desmitificar, y torno a la Iglesia católica hay muchos mitos, como el de la infalibilidad papal, por ejemplo.
Lo que debería haber hecho la Iglesia, en lugar de elegir un papa capaz de medirse con los populistas con sus mismas armas, es optar por un papa capaz de conseguir fieles sinceros. Creyentes que sean buenas personas y no de esos que usan su supuesta fe para alardear de superioridad moral.
El ataque terrorista a Charlie Hebdo es una aberración, puesto que unos seres degenerados, como son todos los terroristas, se sirven de las bondades de la civilización para dar rienda suelta a sus peores instintos. Si alguna religión puede justificar o comprender eso, no sirve.

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