sábado, 10 de enero de 2015

Al Qaida se equivoca

Dicen esos terroristas que los occidentales jamás podrán vivir seguros mientras haya creyentes musulmanes. En España sabemos mucho de terror. A Bildu, por ejemplo, no le gusta la frase "Por haber sufrido durante muchos años los efectos criminales del fanatismo, el País Vasco siente de forma especial la agresión perpetrada en París contra la convivencia y la libertad de expresión".
O sea, mientras exista Bildu los españoles capaces de leer Vidas rotas y Mal consentido sentiremos desasosiego.
El caso es que Al Qaida hace como los nacionalistas que sufrimos por aquí, o sea, por España, por lo que otros conocen como Estepaís. Se apoderan de todo. Mientras haya creyentes. ¿De dónde deducen ellos que todos los creyentes son inmundos asesinos? ¿Por qué no admiten la posibilidad de que al menos uno de los creyentes sea buena persona?
Particularmente, la vida de Mahoma y la religión que fundó me interesan poco, pero creo que el culto de esta última podría ser permitido en los países democráticos siempre que cumpliera unos requisitos. Porque yo creo que la civilización se basa en unos requisitos que hay que respetar, de lo contrario lo que hay es salvajismo.
En mi opinión, los países civilizados deberían establecer unas normas por las que deberían regirse las religiones que aspirasen a funcionar en ellos. Y esas normas, lógicamente, deberían prohibir la incitación al fanatismo (también deberían establecerse estas normas para los partidos políticos, porque los hay que viven exclusivamente de eso).
Al Qaida se equivoca también al referirse a los infieles que insultan a Mahoma. En los países civilizados no hay infieles sino escépticos. Lo que ocurre en los países civilizados es que hay mucha gente a la que no le gusta comulgar con ruedas de molino. También hay fanáticos, demasiados, pero esos no son civilizados. Quizá se dé el caso de que esos de Al Qaida hayan ido a una manifestación a favor de los presos etarras, en la que pueden haber visto a la juez Biurrun, y han pensado que todos somos iguales. Pues no. No lo somos.

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