viernes, 23 de enero de 2015

En memoria de Gregorio Ordóñez

Tal día como este , hace 20 años, el 23 de enero de 1995, fue asesinado Gregorio Ordóñez. El diario El País, en un editorial titulado Asesinado por sus ideas, lo comentaba así al día siguiente:
A GREGORIO Ordóñez, candidato del Partido Popular a la alcaldía de San Sebastián le mataron ayer por sus ideas y por tener el valor de no callárselas. No es posible saber si su asesino tiene alguna idea en la cabeza, pero seguro que cobardía, no le falta: la necesaria para acatar sin rechistar la orden de asesinar a sangre fría a un hombre indefenso. Ordóñez era, además, el candidato del partido que en las últimas elecciones autonómicas fue la fuerza más votada en la ciudad. Si no el pistolero, quienes le ordenaron disparar sabían que la víctima era el probable futuro alcalde donostiarra. Desde el asesinato del dirigente socialista Enrique Casas, el, 23 de febrero de 1984, los terroristas no se habían atrevido a atentar directamente contra un líder político en activo, legitimado por el voto de los ciudadanos.

Como se ve, El País lo daba como probable futuro alcalde de San Sebastián. En su lugar lo fue Odón, con lo que se aprecia el enorme daño que hizo la banda terrorista. Y la cosa ha ido a peor.
Consuelo Ordóñez, la hermana de Gregorio, es tan valiente como él. Los cobardes, utilizando las artimañas de los cobardes, trataron por todos los medios, demostrando a qué grado de vileza puede llegar la especie humana, amedrentarla para que se fuera de San Sebastián. Todo fue vano, ella dijo que de su tierra no la echaba nadie. Amedrentaron entonces a sus clientes y al quedarse sin ellos se tuvo que ir.
Consuelo Ordóñez ha recogido el testigo de su hermano en defensa de la dignidad de los españoles. Pero una labor tan sencilla y lógica, como la de colocar placas recordatorias en los lugares en que se cometieron atentados etarras adquiere características épicas, puesto que los 'políticos' del lugar las retiran de inmediato. Y algunos, como Anasagasti y otros, incapaces de comprender su grandeza, la critican.
En la foto: Consuelo Ordóñez y yo.

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